El Mito de Napoleón.
A finales del siglo XIX,
Francia se encontraba inmersa en una inestabilidad política en la que los
movimientos ilustrados y revolucionarios consiguieron hacerse con el poder en
1789 durante la llamada Revolución Francesa donde apartaron la figura del rey
absoluto, propia del Antiguo Régimen, e instauraron un nuevo régimen político
en el que la libertad y los derechos civiles empezaron a asentarse. Aunque el
acontecimiento más importante a nivel popular es la Toma de la Bastilla el 14
de Julio de 1789, el Juramento del juego de Pelota el 20 de Junio de 1789 fue
un hecho mucho más relevante ya que fue cuando los estados generales asumieron
la soberanía nacional otorgando una constitución a Francia. A partir de aquí,
los acontecimientos de la revolución fueron a la par de sus ideales hasta que
se abolió la monarquía instaurándose la Primera República Francesa nombrando
primer cónsul a Napoleón Bonaparte en 1799. La figura de Napoleón irá cambiando
según iban avanzando los acontecimientos y según los diferentes estados aliados
influían en el entorno francés debido a su oposición al sistema nacionalista
republicano de Francia, creando así el llamado mito de Napoleón.
Como ya he comentado,
desde 1799 un joven militar llamado Napoleón Bonaparte tomó el poder en Francia
y fue nombrado Primer Cónsul de la República el 10 de noviembre. Sin embargo,
el nombre de Napoleón ya era bastante conocido en toda Francia y en otros
países en los que participó en diferentes guerras antes de ser nombrado cónsul.
Napoleón Bonaparte era hijo de la baja nobleza
de Ajaccio. Nació en 1769 en Córcega, país que había sido conquistado por
Francia unos años antes. Por este motivo, durante sus primeros años, Napoleón
sentía cierto rencor hacia Francia por culparla del yugo que sometía sobre
Córcega. Sin embargo, pronto se introdujo en una escuela militar donde se forjó
como un personaje muy importante en el ámbito militar ascendiendo de rango
rápidamente.
Participó en algunas
guerras de menor importancia, sin embargo fue adquiriendo cada vez más
popularidad y fue visto como un héroe en toda Francia y en los países que
ayudaba a “liberarse” del yugo del absolutismo. Napoleón era claramente
partidario de la Revolución Francesa, por este motivo, después de la
inestabilidad política instaurada en Francia desde 1789, tomó el poder y se
proclamó Cónsul en 1799. Con este acontecimiento volvió a Francia la idea de
poder central y personal recaído, no en el pueblo francés, sino en la figura de
Napoleón, que ya estaba idealizada desde sus comienzos como militar. Se empezó
a dar un culto al héroe ensalzando al pueblo en armas. El poder del gobernador
residía en este principio, en el del pueblo, en el ensalzamiento del pueblo y
su nación. Recordamos que durante todo el siglo XIX los nacionalismos
estuvieron muy arraigados en toda Europa y Napoleón supo aprovecharlos en su
beneficio.
De esta forma, nos
encontramos que la figura de Napoleón, incluso antes de ser nombrado Cónsul,
empezó a ser idealizada por los franceses tachándole de héroe patriota. Sin ir
más lejos, durante su participación en la Batalla de Tolón (Toulon) en 1796, en
la que consiguió derrotar a los amotinados franceses que estaban en contra del
terror republicano, consiguió gran influencia a nivel político en toda Francia
lo que le ayudó a asentar sus bases para su nombramiento de 1999.
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| Napoleón idealizado portando la bandera y iderando sus tropas hacia la victoria |
Es justo después de estas guerras cuando fue
nombrado Cónsul de Francia. Nos encontramos en su apogeo de idealización. Toda
Francia, y los países que ayuda a liberar del absolutismo, apoyándose en sus
nacionalismos, le ven como un héroe a seguir. Napoleón utiliza toda esta
propaganda política para ensalzar su figura y así consolidar su poder.
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| Napoleón atravesando los Alpes |
Desde que es nombrado Cónsul en 1999, no sólo gobernó Francia desde París, sino que emprendió diferentes campañas militares como la reconquista de los territorios italianos del norte (Lombardía) que fue tomada por el Imperio Austriaco. Volvió a vencer a los austriacos y su imagen volvió a ser idealizada en mayor medida si cabe. Un claro ejemplo de esta idealización es el cuadro que representa a Napoleón ecuestre atravesando los Alpes franceses para combatir al enemigo en Italia. Se le representa con una pose belicista con el caballo a dos patas en posición de guerra. Un pequeño detalle es que Napoleón no cruzó los Alpes en caballo sino en mula.
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| Coronación de Napoleón |
A partir de aquí, su ambición militar le llevará
a realizar diferentes campañas contra los imperios, hasta ahora dominantes de
Europa, como el austriaco o el ruso. Por este motivo, aunque la idealización de
su figura siguió produciéndose en Francia y en otros países cercanos a Francia,
también comenzó un proceso antagónico en el que se desarrolla la Leyenda Negra Napoleónica
deteriorando la imagen del emperador para intentar hundirle. Es aquí cuando el
mito napoleónico cambia rumbo.
Desde fuera de Francia se
le representa como un tirano que gobierna Francia con poderes absolutos sin
pensar en el pueblo mientras que solo piensa en su ambición de poder. Estos
pensamientos se endurecieron en 1810 cuando el imperio francés contó con su
máxima amplitud territorial y era visto como una gran amenaza por parte de los
antiguos imperios.
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| Francia desenmascarando a Napoleón |
Sin embargo, a pesar de haber sido exiliado en la isla Ebla, a principios de 1815 volvió a Francia retomando el poder en el llamado Gobierno de los Cien Días. Para ayudarse a forjar de nuevo su imagen de héroe, escribió el Memorial de Santa Elena en el que relata, muy a su manera, siempre ensalzando su figura, sus memorias. Las Casas, forjó de nuevo la idea del auténtico héroe de las naciones oprimidas aprovechando el afloramiento de nacionalismos en toda Europa. Intentó retomar el poder que perdió desde la batalla de las Naciones consiguiendo expandir relativamente sus territorios, sin embargo, fue derrotado definitivamente en la batalla de Waterloo en 1815. Esta vez fue exiliado a la isla de Santa Elena en medio del Atlántico para evitar que volviera.
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| Napoleón saliendo de su tumba |
A pesar de que la figura de Napoleón estaba
mermada en los países aliados, en Francia se seguía recordando a Napoleón como
un verdadero héroe que volvería a Francia a devolverles la gloria. De tal modo
se le representa en un cuadro llamado “Napoleón sortant de son tombeau” en el que, como el nombre del cuadro indica, se pinta a Napoleón, con un parecido notable
a Jesucristo, saliendo de su tumba iluminado con un aura y con la corona
victoriosa de laurel.
En resumen, podríamos
afirmar que el mito de Napoleón se desarrolló en tres grandes fases. La primera
sería desde sus comienzos en las campañas militares hasta que se autoproclama
emperador en 1804 pasando por el cargo de Cónsul desde 1799. En esta etapa se
idealiza su figura describiéndole como un héroe nacional y representante del
pueblo en armas. A partir de aquí y hasta 1815, aunque la idealización continúa
en gran parte de Francia y parte de territorios cercanos, comienza una leyenda
negra que tacha de tirano y diabólico al emperador francés impulsada, en gran
medida, por los países aliados contrarios a las ideas revolucionarias que
representa Francia. Recordamos que estos antiguos imperios se basaban en el
Antiguo Régimen por lo que eran incompatibles con las ideas libertarias e ilustradas
de Francia. La última etapa, que podría empezar en 1815 o unos años
posteriores, se caracteriza por la
continuidad de la Leyenda Negra pero también por la clara aparición de un
sentimiento nacionalista francés en el que se cree que Napoleón volvería,
incluso después de muerto, para traer de vuelta la gloria a Francia.





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